Día contra la violencia y el acoso en la escuela: Aprender a cuidarse en la era tecnológica

La UNESCO ha declarado el primer jueves de noviembre como el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el ciberacoso, reconociendo que la violencia en las escuelas, en todas sus formas, constituye una violación de los derechos a la educación, la salud y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes.

 

Este día hace un llamado a los estudiantes, las familias, los miembros de las comunidades educativas, las autoridades educativas y a diversos sectores y socios, incluida la industria tecnológica, a participar en la prevención de todas las formas de violencia y a fomentar entornos de aprendizaje seguros, esenciales para la salud, el bienestar y el aprendizaje de los niños y jóvenes.

 

¿Qué es la violencia escolar?

 

La violencia escolar es un fenómeno muy extendido y afecta tanto a los educandos como al personal docente. En todo el mundo, mil millones de niños de entre 2 y 17 años sufren cada año alguna forma de violencia.

 

La violencia escolar se manifiesta de diversas formas: física, psicológica o sexual. Puede incluir la violencia por cuestiones relativas al género, el acoso escolar y el ciberacoso, y extenderse más allá de los actos individuales a la violencia sistémica e institucional.

 

¿Cómo repercute la violencia escolar en el aprendizaje y más allá de éste?

 

La violencia escolar no sólo perturba el aprendizaje, sino que también tiene un efecto de dominó que se extiende mucho más allá de las aulas.

 

Todas las formas de violencia escolar dificultan el aprendizaje. Los niños que sufren violencia suelen tener problemas de concentración y de desarrollo cognitivo. Esto se refleja en un rendimiento académico inferior, absentismo y, en muchos casos, abandono escolar. Los estudios muestran que los educandos expuestos a la violencia tienen más probabilidades de obtener peores resultados en ámbitos esenciales como la lectoescritura y la aritmética, con efectos a largo plazo en su capacidad para lograr el éxito académico y profesional.

 

Experimentar la violencia provoca importantes trastornos psicológicos y mentales. Los niños y las niñas que sufren violencia suelen padecer ansiedad, depresión y baja autoestima, que pueden persistir hasta la edad adulta. La presión sobre su salud mental puede obstaculizar gravemente su capacidad para establecer relaciones sanas y participar plenamente en la sociedad. Los que sufren violencia sexual, en particular, pueden padecer estrés postraumático y otras afecciones psicológicas graves, lo que limita su potencial y sus oportunidades en el futuro.

 

En muchos entornos, la violencia sexual relacionada con la escuela puede provocar embarazos precoces y no planificados, obligando a las niñas a abandonar la escuela. Esto repercute en consecuencias para toda la vida: interrumpe la educación, afecta las oportunidades económicas y perpetúa los ciclos de pobreza y desigualdad. Los efectos de este tipo de violencia son aún más devastadores en las regiones que carecen de una educación integral en sexualidad y de mecanismos de apoyo.

 

Aprender a cuidarse en la era tecnológica

 

Este año, el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar se conmemoraró el 6 de noviembre bajo el tema “Mente digital: Aprender a cuidarse en la era tecnológica”.

 

Con los rápidos avances del mundo digital y de la inteligencia artificial, los estudiantes están cada vez más expuestos a los riesgos de la violencia en línea y la violencia facilitada por la tecnología.

 

La violencia en línea prolonga el acoso — incluido el ciberacoso y la violencia de género facilitada por la tecnología — más allá del aula, en el espacio digital.

 

Aproximadamente el 58 % de las niñas y las jóvenes se enfrentan al acoso en línea, mientras que los estudiantes pertenecientes a minorías y comunidades migrantes sufren de manera desproporcionada la violencia y la exclusión en Internet.

 

Sin embargo, según el Informe GEM 2024 – edición juvenil, solo el 16 % de los países ha adoptado una legislación destinada a prevenir el ciberacoso a través de la educación.

 

La educación constituye la primera línea de defensa: las aulas seguras también deben significar pantallas seguras. Aprender a estar seguros en línea — o volverse “conscientes de las pantallas” — es esencial para garantizar la calidad de la educación a la que los niños, niñas y jóvenes tienen derecho.

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